HISTORIAS DE LA CIUDAD, LA NOCHE, LOS AUTOS Y LA RUTA

HISTORIAS DE LA CIUDAD, LA NOCHE, LOS AUTOS Y LA RUTA

"Ya he escrito toda la carretera. He ido rápido porque la ruta es rápida. Es sobre tí, sobre mí y sobre el camino"
(Carta de Jack Kerouac a Neal Cassady fechada el 25/5/51)





viernes, 30 de diciembre de 2011

LOS INTEMPORALES


“Dragón: del latín Draco, y este del griego Drakon; animal fabuloso de figura de serpiente con pies y alas y que echa fuego por la boca y aparece en diversas formas en varias culturas de todo el mundo”


Existen personas vivas y otras muertas. Existen cosas que suceden en el presente y otras en el pasado. Existen edificios, bares y veredas tangibles, y otras que ya no existen más. Existen canciones nuevas que pasan en la radio y otras a las que ya casi nadie recuerda. Existen autos nuevos y otros cuyos restos se oxidan en desarmaderos al costado de los caminos. Existen animales reales y otros considerados mitológicos.
Existe todo eso. Y existen los Intemporales.
Los intemporales pueden ser seres que por algún designio mágico o divino han escapado a las limitadas reglas de la lógica y de las matemáticas. Se mueven en infinitos laberintos que por momentos se tocan en el espacio con aquello que llamamos “realidad”, es por eso que mucha gente afirma haber visto caminando por la calle a alguien a quien se da por muerto, o a un viejo amor saludando con la mano desde alguna esquina o vagón de subte que se aleja.
Alberto es un intemporal. El tiene una libertad infinita en comparación con los mortales. Cada noche sale a pasear en un Rambler Ambassador ’67 al que bautizó El Dragón Negro por Buenos Aires, aunque muchos atestiguan haberlo visto en otras ciudades como Mar del Plata, Rosario o hasta Río de Janeiro en horarios simultáneos, lo cual indicaría que estas entidades podrían desdoblarse y aparecer en distintos puntos geográficos a la vez. Hay quienes afirman haberlo visto en pueblos ruteros o estaciones de servicio en la Zona de Salto (Provincia de Buenos Aires) o en ese mágico pueblo llamado La Invencible, pasando Carmen de Areco, bebiendo solo o acompañado, o ajustando tuercas de su motor Tornado con el capot levantado.
Se sabe de muchas mujeres de distintos puntos del mapa que aseguran haber sido sus novias, amigas o amantes ocasionales en tiempos simultáneos, lo cual quizá indique que Alberto es un mujeriego crónico incorregible cuyo destino circular estaría marcado por la poligamia, convirtiéndolo en alguien poco indicado para una relación formal o duradera.
Dada la capacidad de Alberto de trascender los esquemas cronológicos ordinarios, hoy puede estar tomando algo en Plaza Serrano, y mañana estar bailando en Ave Porco de la avenida Corrientes –discoteca que cerró hace ya más de diez años y en cuyo emplazamiento hoy funciona un triste supermercado, sin siquiera una placa de bronce que recuerde aquel ícono de la noche de Buenos Aires-.
Hay personas de distintas generaciones que sostienen haber sido compañeras de ruta y aventuras de Alberto. Algunos de casi 50 años de edad, y otros que apenas superan los 20. Esto indicaría que los intemporales no envejecen y están de alguna manera condenados a vivir en una eterna juventud desenfrenada como si fuesen permanentes Rolling Stones de noches eternas. Era común, décadas atrás ver a Alberto en recitales de Sumo y Los Abuelos de la Nada, o hasta en uno de los Redondos cuando presentaron Oktubre en la calle Chacabuco en San Telmo. Pero tranquilamente puede estar esta noche tomando un Speed con vodka en la barra de Milion frente al cuadro del filipino apuñalado. Los intemporales eligen libremente en que época vivir, y cuando todo el mundo alza sus copas festejando el año nuevo 2012, ellos pueden estar dando la bienvenida a la década de los `90; o pueden incluso decidir cual fue el mejor año de sus vidas para vivirlo una y otra vez.
Los primigenios amigos humanos de Alberto han envejecido, han sentado cabeza, han engordado; algunos incluso ya son abuelos. Otros de esa misma generación magnifican negativamente el perfil depredador de su viejo amigo, y aconsejan a sus jóvenes hijas no subirse jamás a un Rambler Ambassador negro de motor rugiente, ya que su conductor podría ser un cazador despiadado y fuera de tiempo que podría destrozarles el corazón. Indudablemente estos viejos conocidos de Alberto, habrían madurado convirtiéndose en celosos padres de familia temerosos de la noche y de los intemporales que en ella habitan.
El Ambassador de Alberto puede llevarlo desde La Mula Plateada de Mar del Plata hasta El Living de Marcelo T. de Alvear en cuestión de segundos haciendo apenas una parada para un café en el Atalaya. Es un auto que superó todas las pruebas del tiempo y no se ajustó jamás a las reglas del mercado. Vio nacer y morir incontables generaciones de autos perecederos que nunca superaron la barrera del tiempo.
Cuando en la noche un intemporal se cruza con otro, ya sea en una ruta o avenida, se saludan con pulgares para arriba y siguen su camino. Ellos se reconocen fácilmente entre sí, manejan los mismos autos, escuchan canciones que los simples mortales han olvidado, y algunos incluso visten como personajes de viejas películas y series, o a veces como antiguas estrellas de rock. Es así como muchos de ellos aún van ataviados con aquellos sacos claros y remeras debajo al estilo de Don Johnson en División Miami, o usan patillas como Elvis Presley. Vaya como ejemplo el del famoso Chelo, un amigo intemporal de Alberto que viste todo de cuero con muñequeras casi hasta los codos y escucha todo el tiempo cassettes de Cinderella y Poison donde quiera que va. Cabe señalar que Chelo se hace visible a los ojos de los mortales siempre andando en bicicleta, pero ¡a no dejarse engañar!, que en planos de visión de otros intemporales, el se moviliza en una Harley con la estética de la de Lorenzo Lamas en la serie Renegado. Chelo nunca dejo de soñar con ser un rock star al estilo de Bret Michaels –los intemporales son incorregibles soñadores- y si alguien no lo percibe como tal, esto es solo un indicador de la falta de imaginación del observador. Es bien conocida la falta de fantasía del común de las personas que en lugar de ver un auto clásico ven solo un auto viejo y en lugar de ver una escultura solo ven una piedra (“estoy trabajando”, le dijo Michelangelo a su padre mientras observaba durante horas una roca).
Los intemporales ven películas intemporales como Blade Runner o el Nosferatu de Herzog. Escuchan canciones intemporales como “Princes of the Universe” de Queen o “Imágenes Paganas” de Virus. Manejan Torinos, Falcons de redondas ópticas, Chevrolets 400, o hasta autos salidos de sueños como el Kaiser Carabela. Los intemporales no solo no mueren de aquello que mataría a los hombres comunes, sino que ello los hace más fuertes y brillantes. Los intemporales son inmortales. Son infinitamente libres y han vencido a los límites del tiempo como ángeles románticos imbatibles.
Quizá Alberto sienta, cada vez que le da arranque a su Rambler, que en efecto esté montando un mítico dragón de oscuras alas capaz de llevarlo a sobrevolar cumbres rocosas y torres de castillos, o a donde su imaginación decida. Por todo ello, si alguna noche de borrachera ves la figura de un legendario animal alado cruzar la luna llena montado por un jinete de eterna juventud, quizá no estés alucinando; puede que sea la pura realidad. Muchos sostienen que aquello que imaginamos no es mera fantasía, sino una memoria de algo ya vivido que de tan perfecto resulta mágico a los estándares del sentido común. Los intemporales no tienen esta limitación perceptiva y simplemente viven aquello que deciden vivir.
Un saludo entonces desde aquí, a todos los intemporales que lean ahora las líneas de este mensaje encriptado en esta botella arrojada al océano de las eternas tempestades. Y que salgan a volar esos dragones.

Por CESAR RODRIGUEZ BIERWERTH

miércoles, 14 de diciembre de 2011

TRAILER Proyecto La Maga V8 (anticipo)

Este es el trailer de anticipo de mi próximo VIDEO/DOCUMENTAL sobre la instalación en mi Chevy "LA MAGA" de un nuevo motor V8 350. Mi intención no es solo reflejar las tareas de mecánica, sino también dejar testimonio de un estilo de vida que sigue apostando a la pasión y la amistad en tiempos donde se venden autos como meros bienes de consumo. En definitiva, seguir en el camino de los que no nos ajustamos a las reglas del mercado y aún creemos que estos acorazados tienen alma y muchas historias para seguir siendo contadas.